junio 22, 2021

Consejos sobre fotoprotección para pacientes con cáncer de mama y su entorno

Una exposición prudente y moderada al sol presenta claros beneficios, pero, por el contrario, una exposición excesiva tiene efectos perjudiciales ampliamente demostrados.

Se ha demostrado que el 50-80% de la exposición solar que recibimos en nuestra vida la realizamos durante los primeros 20 años de vida, por lo que la educación dirigida a fomentar la adopción de buenos hábitos al exponernos al sol, resulta clave durante esta franja de edad.

En este articulo daremos consejos específicos para realizar una adecuada protección solar en pacientes que estén recibiendo tratamiento por cáncer de mama y, además, facilitaremos una serie de recomendaciones, relacionadas con la fotoprotección, para la población general.

¿Qué tipo de radiación es la más perjudicial para nuestra piel?

La radiación ultravioleta (RUV) es la parte de la radiación solar (RS)  que actúa como principal factor de riesgo implicado en el desarrollo del cáncer de piel y el fotoenvejecimiento.

Hay tres subtipos de RUV: UVA, UVB y UVC, pero sólo penetrarán en la superficie de la Tierra UVB y UVA, siendo UVA la que mayoritariamente recibimos de la RS (>95%).

UVA y UVB serán los principales responsables del daño que puedan sufrir nuestra piel y ojos. La UVB es más enérgica, y es la causante de las quemaduras solares y del cáncer de piel, ya que produce daño directo en el ADN.

La UVA es menos enérgica, pero penetra más profundamente en nuestra piel y será la principal responsable del fotoenvejecimiento y pigmentación cutáneos asociados a la RS. También puede contribuir al desarrollo del cáncer de piel, pero en menor medida que UVB.

¿Qué beneficios nos aporta la exposición al sol?

A muchas personas, el hecho de estar expuestas a la luz solar les produce un estado de “bienestar psicológico”, ya que se induce la producción de serotonina y endorfinas endógenas. También contribuye a la síntesis de vitamina D (importante para la salud de nuestros huesos y músculos) y, además, puede ayudar a prevenir algunas enfermedades.

¿Qué efectos perjudiciales produce una exposición crónica al sol?

Los principales efectos dañinos derivados de una exposición prolongada y crónica al sol son el desarrollo de cáncer de piel y fotoenvejecimiento cutáneo; éste último consiste en la aparición de una serie de cambios cutáneos debidos a la exposición solar crónica como son arrugas finas y gruesas, piel fláccida, áspera y seca, aparición de arañas vasculares y cambios pigmentarios (léntigos solares, pecas, melasma, hipopigmentaciones).

Además, la exposición crónica al sol, específicamente la UVB, puede provocar muchas afecciones oculares, como cataratas y cáncer ocular.

Recomendaciones para las pacientes con cáncer de mama:

Estas son las principales recomendaciones de fotoprotección para las pacientes con cáncer de mama, para cuidar su cicatriz y que estén recibiendo un tratamiento de quimioterapia o radioterapia.

¿Qué cuidados específicos se deben aplicar a la cicatriz tras cirugía por cáncer de mama?

Hemos de tener en cuenta que una cicatriz reciente es un tejido muy vulnerable y que requiere de meses, incluso varios años, para formar una cicatriz madura o definitiva. Por este motivo, aparte de aplicar crema hidratante de forma diaria, se ha de tener especial precaución y no exponer la cicatriz al sol de forma directa, por el riesgo de que esta adquiera una tonalidad más oscura (hiperpigmentación). Para conseguirlo, podemos cubrirla con ropa, aplicar protector solar tópico de SPF 50 y/o emplear láminas o parches cicatrizantes, algunos de los cuales llevan también incorporada protección solar específica.

Si estoy recibiendo quimioterapia por cáncer de mama, ¿he de tener especial precaución con el sol?

Muchos quimioterápicos que se emplean para el tratamiento del cáncer de mama pueden incrementar la sensibilidad de la piel a la radiación ultravioleta (fotosensibilidad). Esta puede manifestarse de diferentes maneras, como una mayor tendencia a las quemaduras solares, hiperpigmentación cutánea o erupciones en la piel a los pocos minutos de exponerse al sol.

El aumento de pigmentación (hiperpigmentación) también es un efecto secundario común que puede producirse por una gran cantidad de quimioterápicos y puede afectar a la piel de forma generalizada, al cabello, uñas y mucosas.

Los antiestrógenos inducen una piel más seca, más vulnerable a las agresiones (también a la RUV), con aparición temprana de arrugas por pérdida de la densidad de la dermis.

Teniendo en cuenta estos efectos adversos, es fundamental que una paciente que esté recibiendo quimioterapia se proteja adecuadamente del sol, mediante el empleo de ropa protectora y/o protectores solares tópicos de SPF ≥ 50 (especialmente filtros físicos o minerales), evitar en lo posible la exposición solar entre las 11 y las 17 h y no hacer uso de cabinas de bronceado artificial.

¿Debo proteger específicamente mi piel si estoy recibiendo radioterapia?

La zona de piel que ha recibido o esté recibiendo radioterapia desarrollará una serie de cambios cutáneos (radiodermitis) que dependerán del tipo e intensidad de la radioterapia aplicada. Generalmente consisten en la aparición de un enrojecimiento e inflamación durante las 2 primeras semanas, para desarrollar posteriormente un adelgazamiento o atrofia cutánea, cambios en la pigmentación y telengiectasias.

Por ello, la piel que ha recibido radioterapia se vuelve más sensible a la radiación ultravioleta y se recomienda realizar exposiciones al sol de corta duración, evitar las horas del día donde la intensidad de la radiación solar sea máxima (12-16h), emplear ropa protectora y/o filtros físicos (minerales) y reaplicar el protector solar tópico con frecuencia si la exposición al sol va a ser más duradera.

Recomendaciones para la población general:

Las recomendaciones para la población general en relación a la adquisición de unos hábitos saludables de exposición al sol son las siguientes:

La primera línea de protección solar consistiría en evitar la exposición al sol y el empleo de ropa, sombreros de ala ancha y gafas de sol “envolventes” con protección para la RUV. La ropa más gruesa con tejidos más ajustados, como el poliéster y el algodón, o el nailon y el elastano (es decir, el spandex, la licra) y los colores más oscuros ofrecen una mayor protección. Existe evidencia que respalda la utilidad de ropa con protección solar específica (etiquetado SPF) frente a la ropa normal, ya que, aunque ciertas prendas de vestir normales pueden proporcionar una fotoprotección comparable, el espectro de fotoprotección que ofrece la ropa normal es más variable.

El empleo de protectores solares tópicos se consideraría como una segunda línea de protección solar. Los protectores solares tópicos contienen compuestos químicos (orgánicos) o físicos (inorgánicos) que actúan bloqueando la RUV  y son activos frente a UVA y UVB.

Los filtros químicos son compuestos que absorben la RUV y la convierten en longitudes de onda de menor energia; son más cosméticos que los filtros físicos pero pueden producir reacciones alérgicas en el sitio de aplicación.

Los filtros  físicos, como el dióxido de titanio y el óxido de zinc, reflejan o refractan la RUV lejos de la piel.  Son menos cosméticos que los filtros químicos pero, al tratarse de polvos inertes, no producen irritación ni sensibilización.

Una correcta aplicación del filtro solar tópico es clave para la eficacia de estos productos. Se debe aplicar una película uniforme y generosa de protector solar (la cantidad equivalente a una cucharilla de café para cabeza y cara, 2 para tronco, 1 en cada brazo y 2 para cada pierna), y la aplicación debe realizarse 20-30 minutos antes de la exposición al sol.

Las autoridades sanitarias recomiendan el uso regular de protector solar con un SPF de 30 o más para personas de todo tipo de piel, aunque los cánceres de piel son mucho más frecuentes en las personas de piel que en las personas de piel más oscura.

No se recomienda el uso de filtro solar para niños menores de 6 meses. Los pilares de la seguridad solar en los bebés incluyen evitar el sol y empleo de ropa protectora.

Se debería reaplicar el filtro solar tras haber tomado un baño o haber sudado en exceso (de un SPF igual o inferior al de la primera aplicación). No sería estrictamente necesario reaplicar el mismo protector solar cada 2 horas, sin haber sudado ni haber realizado ninguna actividad física. Según estudios recientes, sin hacer ejercicio ni sudar, un filtro SPF 50 mantendría la misma eficacia durante al menos las 6 primeras horas tras su aplicación y, a partir de ese momento la eficacia disminuiría de forma paulatina a un SPF 30.

Se recomienda evitar en lo posible la exposición al sol y buscar la sombra cuando el índice ultravioleta sea superior a 3 (generalmente entre 11 a.m. a 4 p.m.).

En un día nublado también hemos de protegernos de la RUV. La RUV se reduce aproximadamente en un 50% con una cobertura de nubes completa, mientras que la cobertura  incompleta no protege adecuadamente de la RUV, donde solo el 10% generalmente queda bloqueado por las nubes.

Los fotoprotectores orales contienen uno o más ingredientes que promueven la fotoprotección cutánea a través de diferentes mecanismos y así se puede completar (nunca sustituir) a los protectores solares tópicos. Algunos de estos ingredientes ayudan a prevenir el desarrollo de lesiones cutáneas premalignas inducidas por la RUV y minimizan el riesgo de sufrir una quemadura solar.

En 2009, los dispositivos de bronceado que emiten rayos ultravioleta, es decir, camas solares y cabinas de bronceado, fueron clasificados oficialmente como carcinógenos para la salud humana por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer. Algunos países han implementado prohibiciones totales, mientras que otros restringen su acceso a menores de 18 años.

La OMS recomienda que las instalaciones que ofrecen servicios de camas solares deben proporcionar información adecuada a los consumidores y limitar su empleo a mayores de 18 años.

Una colaboración para el IBCC de:

Verònica Ruiz Salas, MD PhD. Dermatóloga. Dermaassociats. Institut Dermatología Garcés. Centro Médico Teknon

Dr. JR Garcés Director médico del Institut Dermatologia Garcés. Coordinador de la Unidad del cáncer de piel del Instituto Oncológico Teknon Centro Médico Teknon

Bibliografía:

  1. Sanborn RE, Sauer DA. Cutaneous reactions to chemotherapy: commonly seen, less described, little understood. Dermatol Clin, 2008;26:103-19
  2. Alley E, Green R, Schuchter L. Cutaneous toxicities of cancer therapy. Curr Opin Oncol, 2002; 14: 212-6.
  3. The risks and benefits of sun exposure. David G Hoel, Marianne Berwick, Frank R de Gruijl, Michael F Holick. Dermatoendocrinol 2016 Oct 19;8(1):e1248325
  4. Novel Means for Photoprotection. Kevin Sondenheimer, Jean Krutmann. Front Med (Lausanne) 2018 May 29;5:162

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