La pandemia por virus SARS-CoV-2 está agitando las vidas de todos, pero especialmente de aquellos más vulnerables en los que el riesgo de contraer la infección, o desarrollar un cuadro clínico más grave, es más elevado. Los enfermos oncológicos se encuentran dentro de este grupo de pacientes.
Esto ha llevado a que las principales Sociedades Oncológicas, nacionales e internacionales, se posicionen en relación a la vacunación de los pacientes oncológicos, emitiendo una serie de recomendaciones generales, entre las que se encuentran:
- La vacunación es prioritaria para los pacientes con enfermedad oncológica activa y/o en tratamiento activo antitumoral potencialmente inmunosupresor.
- Mientras existan limitaciones en el suministro de vacunas, será preciso priorizar en las estrategias de vacunación a los pacientes oncológicos con enfermedad activa y/o tratamiento antitumoral, aunque se mantiene la recomendación de vacunar a TODOS los pacientes diagnosticados de cáncer, incluyendo aquellos que se encuentren en remisión completa y en seguimiento en cuanto sea posible.
- No hay contraindicación para la vacunación durante el tratamiento oncológico, aunque, en los casos en los que sea posible, se recomienda realizarlo antes de iniciar el tratamiento. Si ya se ha iniciado el tratamiento oncológico, no hay datos específicos sobre el momento del ciclo en el que es preferible administrar la vacuna.
Aunque se pueden entender algunas de las reticencias de la población a recibir una vacuna contra el virus SARS-CoV-2, bien por el mecanismo de acción novedoso de algunas de las vacunas y por su rápido desarrollo clínico, o bien por la ausencia de datos de eficacia y/o seguridad a largo plazo, nadie duda de que el balance beneficio/riesgo de las vacunas es claramente favorable.
Estas dudas aumentan dentro de los pacientes oncológicos, al no haber sido testadas específicamente en ellos. Pero esto, sin ser objeto de tanta controversia, también ha sucedido en el pasado con otras vacunas, como la vacuna de la gripe, que también se aconseja administrar de forma sistemática a los pacientes oncológicos, sin haber sido probada en ellos de una manera específica.
A priori, los efectos secundarios de una vacuna en un paciente oncológico no deberían ser diferentes a los observados en el resto de la población general, pero a pesar de ello, las Sociedades Oncológicas insisten en la importancia de recoger los datos tras la vacunación de los pacientes oncológicos para supervisar posibles efectos adversos, así como la eficacia y respuesta inmunitaria.